Producir agua, o pelearsela: he ahí el dilema
PRODUCIR AGUA, O PELEARSELA: HE AHÍ EL DILEMA
por Dennis Small y Paul Gallagher
El presidente Bush catalogó de manera absurda este desafío, de un problema de “hacer algo por el césped”, dejando claro que él no es un dirigente que pudiera tomar medidas apropiadas. Camarillas de influyentes funcionarios por representación, como el representante republicano Duncan Hunter de California; el dirigente de la mayoría republicana en el Congreso, Tom DeLay de Texas; y el senador republicano Pete Domenici de Nuevo México, hace tiempo descartaron cualquier propuesta significativa para desalar grandes volúmenes de agua, han dejado que los granjeros peleen con las ciudades por el agua; y han manipulado a la población para que culpe del problema a la supuesta “deuda hídrica” de México.
Una ‘red hídrica’ desde Alaska hasta México
Un vistazo al mapa 1 nos revela que en el noroeste del continente existe un excedente potencial de agua dulce, sobre todo en Alaska, por cuyos ríos corre un abasto renovable que asciende a más del doble de la extracción (que abarca el agua usada más la desperdiciada) de todo el país. Por sí mismo, el estado de Alaska da cuenta del 37% de los escurrimientos de agua dulce de los EU, y con la zona hidrológica del Pacífico noroeste, suma 46%. Las regiones del noroeste de Canadá también tienen ricos escurrimientos excedentes. El “quinto cuarto” a añadirle a los “cuatro” de Roosevelt, fue descrito a detalle en los 1950 como la Alianza Norteamericana de Agua y Energía (NAWAPA). Con menos del 20% del agua de los ríos de Alaska, el resto de la mitad occidental del continente hasta el norte de México podría aumentar su uso actual de agua entre 25 y 200%.
Desde 1970 tanto los intereses financieros como las organizaciones “ambientistas” han tratado de imponer restricciones mundiales cada vez más estrictas a cualquier transferencia de agua de una cuenca a otra. Superar esto para emprender un gran proyecto que es esencial para la recuperación económica y el progreso, así como una obra digna del dominio de la humanidad sobre la naturaleza, es una tarea diplomática urgente para los EU.
Sam Huntington vs. los hispanos
México ahora le debe a los EU 293 mil millones de galones de agua, o 1,11 mil millones de metros cúbicos del valioso líquido”. La Organización de Investigación de la Cámara de Representantes de Texas calculó esta deuda de agua de México en el 2002, no en 1,11 mil millones de metros cúbicos, sino en 1.703 millones. Un estudio de la Universidad A & M de Texas concluyó que “la deuda hídrica de México con los EU le costó unos mil millones de dólares a la economía del valle del bajo río Bravo en los últimos 10 años, y causó la pérdida de 30.000 empleos”. Y la comisionada de agricultura de Texas, Susan Combs, dijo que “ya es hora de que México pague su deuda hídrica, y se deje de cuentos de hadas y de ciencia ficción”.
Lo curioso es que estas acusaciones, y otras más violentas, abundan en la prensa y en los círculos oficiales de la región, cuando el uso y la extracción total de agua en los estados estadounidenses y en las regiones hidrológicas que colindan con México —y en todos los EU— es menor que hace 25 años.
Gráfica 2(a)
La gráfica 1 (vea ampliación)muestra la caída impresionante per cápita. Pero en California, en la región del bajo Colorado, que incluye a Arizona, y en la región del río Bravo, incluyendo a Nuevo México, como en todo el país (ver ampliación de gráfica 2a ), hasta la extracción neta de agua es menor que en 1975–80. Sólo en la región hidrológica del golfo de Texas es mayor. Esto no es por la sequía, sino por la desintegración de largo plazo de la economía física de los EU —de modo que la menor actividad agrícola y la mucho menor actividad industrial usan menos agua que hace una generación, a pesar de que la población es mayor por 80 millones de personas— y por el agotamiento relativo de la infraestructura hidráulica nacional.
‘Agua del TLC’
La región fronteriza
En el caso de México, están las regiones hidrológicas I (de Baja California), II (del noroeste) y IV (del río Bravo), según la clasificación de la Comisión Nacional del Agua. Del lado estadounidense, las regiones hidrológicas son California, el bajo Colorado, el río Grande (Bravo) y el golfo de Texas.


Un segundo asunto decisivo es el uso que tiene el agua extraída. En México, 77% va a la agricultura, y sólo 10% a la industria. Pero la mayor parte de la extracción de los EU, el 53% (aunque va de bajada), va a la industria y la generación eléctrica, un aspecto característico de una economía al menos otrora industrializada.

La cuenca del río Bravo
El río Bravo es el cuarto más largo de Norteamérica, desplazándose a lo largo de 3.033 kilómetros. Su cuenca tiene 467.000 kilómetros cuadrados de tierra árida o semiárida y, hasta 1990, 13 millones de personas dependían del río, según la Coalición de la Cuenca del río Bravo/río Grande. Los principales cultivos son el algodón, los cítricos y las hortalizas.
El río consta de tres secciones: el alto Bravo, desde su nacimiento en Colorado hasta El Paso, en la frontera con México; el Bravo medio, a veces llamado el “río Olvidado”, pues prácticamente no lleva agua entre El Paso y Presidio, Texas, donde el afluente del río Conchos lo alimenta de nuevo; y el Bravo bajo, que va de ahí al golfo de México (dos terceras partes del caudal en este tramo provienen del Conchos). El río está tan azolvado, que “en la actualidad el agua del río Bravo no llega al golfo de México”, según la Organización de Investigación de la Cámara de Representantes de Texas. En 1962 el flujo promedio anual en la desembocadura estaba por debajo de los 3 millones de metros cúbicos de agua. Para 1990–1995, fue de cero.
Existen algunas presas a lo largo del río, como la Falcon (1953) y la Amistad (1968). El agua de las represas de México a lo largo del Bravo hoy están a menos del 10% de su capacidad, en tanto que las de su afluente del lado Mexicano, el Conchos, están a menos del 20%. Desde que firmó el tratado de 1944, México ha construido 5 represas a lo largo del Conchos, las cuales han ayudado a aumentar de forma significativa la producción agrícola del estado de Chihuahua. Entre 1990 y 1999 su producción agrícola aumentó 37%, con rendimientos 36% mayores, principalmente para satisfacer la demanda exportadora del TLC.
El agua estadounidense de las represas binacionales está a sus niveles más bajos desde que las construyeron. En enero de 2001 estaban al 43% de su capacidad; para enero de 2002 estaban al 32%.
Elevando la productividad de la humanidad
Las tierras de riego son más productivas que las de temporal. Los avances en el riego han permitido el aumento de la población mundial, aunque grandes regiones del planeta siguen sufriendo hambre e incluso la inanición.
Los ecologistas y otros engendros anticientíficos toman esto como prueba de que “esta clase de agricultura tiene límites ecológicos”. Éste es el tenor del ensayo de Alejandro Toledo, El agua en México y el mundo. O bien, el del Plan Hidráulico Nacional del Gobierno de Vicente Fox en México, que insta a cambiar la estrategia hidráulica, de las políticas diseñadas para aumentar el abasto, a una que recalca el uso “eficiente” de una cantidad menguante de agua.
No hay necesidad de esto. Hay agua dulce más que suficiente para regar tanta tierra como sea necesario para alimentar al mundo. Primero que nada, puede obtenerse de grandes transferencias de agua de una cuenca a otra. Esto es imperativo para el subcontinente indio, y es clave que Asia Central aproveche los ríos que corren en el norte, por Siberia, hacia el Océano Ártico, canalizando parte de su agua al desierto de Asia Central. Y lo mismo es cierto para el Gran Desierto Americano, que debe tomar 17% del aflujo de varios ríos de Alaska y Canadá, y canalizarlos hacia el sur y el este del continente mediante la NAWAPA.
Este gran proyecto del embalse de la trinchera de 1.450 kilómetros de las montañas Rocosas puede almacenar 555.000 millones de metros cúbicos de agua, que luego pueden transportarse hacia el sur, a través de los ríos naturales y artificiales del oeste estadounidense, hasta México, y hacia el este por territorio canadiense. Esto le daría a Alaska varios gigavatios de nueva generación hidroeléctrica; beneficiaría a las cuencas de los ríos Columbia y Fraser al regular las fluctuaciones de sus caudales, y proveería nueva generación hidroeléctrica; aportaría 24.670 millones de metros cúbicos anuales de agua a California, y la mitad de esa cantidad a Arizona; y aumentaría en 60% el agua disponible para su extracción en toda la región de los 4 estados fronterizos de los EU (ver tabla 4 ).

Manufacturando agua dulce
En 1980 el Distrito Hidráulico Metropolitano del Sur de California pensó en usar semejante desalación nuclear, pero los proyectos nunca fueron construidos. Si empezamos ahora la construcción —a 5 años— de 20 complejos de desalación HTGR en los estados fronterizos de México y los EU, podríamos aumentar en un significativo 3% el agua dulce disponible para la región.
Proyectos hidráulicos fronterizos
El distinguido ingeniero mexicano Manuel Frías Alcaraz ha propuesto un proyecto tal, que complementa a la NAWAPA, con el nombre de Proyecto Maremotriz Montague (disponible en su página electrónica en www.mexicotm.com). El mapa 5 viene de la propuesta de la NAWAPA de la Ralph M. Parsons Engineering Company, sobre la que empalmamos la propuesta de Frías.
El Proyecto Maremotriz Montague estaría ubicado 125 kilómetros al sureste de Mexicali. Consistiría en la construcción de un dique carretero de 48 kilómetros de largo y 7,5 metros de alto, que evitaría que el agua salada del golfo de California entrara tierra adentro (50 kilómetros, debido a las mareas); y la creación de un lago con las descargas del río Colorado. Frías señala que la construcción de la presa Hoover y otras del lado estadounidense del Colorado en los 1940, disminuyó la cantidad de agua que pasaba a México, secando un lago salado que ahí existía.
Esto aumentaría el almacenamiento de agua del embalse–marisma existente, de 5.000 millones de metros cúbicos hoy, a cerca de 8.600 millones. Además, habría un canal que iría desde el extremo nororiental del nuevo lago hasta la ciudad de Mexicali, el cual entonces tendría una conexión con el golfo de California mediante un acueducto de 138 kilómetros de largo, transformándolo en un puerto interior de importancia.
Frías subraya la importancia de concretar este proyecto como un esfuerzo binacional entre México y los EU.